Que los demás se lleven una correcta impresión de nosotros no solo depende de nuestra imagen física. En este blog, hemos hecho especial hincapié, precisamente, en cómo sacar el mayor partido de nuestra apariencia. Para conseguir todas aquellas cosas materiales que nos ayudan a mejorar nuestra imagen están los Personal Shoppers. Un Asesor de Imagen, además de potenciar nuestro aspecto, nos enseña a cómo comunicar. De ahí, que haya creado en este blog las nuevas secciones de imagen, comunicación y protocolo.
¿Pondríais en el mismo nivel a una persona que descuida, por ejemplo, su aspecto y a una persona que, por el contrario, olvida sus modales? A eso me refiero, a que no solo debemos ser frágiles imágenes, incapaces de mantener una conversación interesante o comportarse en cualquier situación con naturalidad y respeto hacia los demás. Debemos comunicar con nuestra apariencia física, con nuestras palabras y con nuestros gestos.
Una de las principales ocasiones en las que debemos poner a prueba estos tres aspectos es cuando hablamos el público. En primer lugar, hablamos ante un público que nos considera (o por lo menos debe hacerlo) el centro de atención. Ningún aspecto de nuestra imagen debe destacar más de lo necesario. Pero no hay nada más embarazoso que observar cómo una persona lo está pasando realmente mal cuando está hablando ante un auditorio. Nos ponemos en la piel del orador y solo queremos que acabe su tortura. ¿Y qué me decís de aquella persona que suelta su speech de manera monótona como el que recita un texto de memoria? Yo desconecto de inmediato.
Por ello, me gustaría dejaros aquellos consejos que a mi particularmente me sirven a la hora de hablar en público. Aun reconociendo que no es algo que me resulte realmente traumático, sí es cierto que, en estas situaciones, a todos nos salta como un resorte el sentido del ridículo. Por ello, espero que estos pequeños apuntes os resulten de utilidad.
1. Es esencial que prepares el tema a fondo y no improvises más de lo necesario. Eso no significa aprender de memoria miles de folios pero sí que te sientas cómodo/a explicando el tema. Estructura tu exposición en apartados, que deben quedar grabados en tu cabeza. A partir de ahí, razona tu explicación, nunca memorices porque ¿qué ocurriría si te quedas en blanco? Créeme, es un callejón sin salida.
2. Una vez allí, ¡muévete! Aunque te parezca mentira, te ayudará a relajarte porque te parecerá que estás hablando entre amigos. El ambiente será más distendido que si te limitas a esconderte detrás de un atril o sentado en una mesa. Gesticula, pregunta a los presentes, haz tu presentación lo más interactiva posible, ríete, se natural. Tu público te lo agradecerá.
3. Ten cuidado con el power point / elementos de apoyo porque muchas veces los carga el diablo. No solo me refiero a los problemas informáticos, que también, sino a que tenemos la mala costumbre de replicar oralmente lo que tenemos en pantalla y terminamos leyendo, lo que hace tediosa hasta la presentación más interesante.
4. ¡Ah! y ten cuidado también con pasarte de gracioso/a (os lo digo por experiencia). Uno está tan cómodo ahí arriba y tu público se ríe con tu primera gracia que tiendes a venirte arriba. Una presentación no es un monólogo cómico ni tienes que hacer gracia porque sí. Nada de chistes (ni siquiera para romper el hielo) porque se consigue el efecto contrario. Insisto: se tu mismo/a.
5. Una vez finalizada la exposición, piensa que siempre ha salido mejor de lo que te parece e intenta relativizar el asunto. Los fallos, atascos, jardines en los que solemos meternos apenas son perceptibles por el público. Intenta no pensar en lo que debías decir y no has dicho o en aquello que era mejor que te hubieras callado. Si la exposición ha sido clara e interesante en su conjunto, es mucho más valiosa que los pequeños detalles.