Desde hace tres años, practico pilates una vez por semana. Ahora, me he liado la manta a la cabeza y, desde hace una semana, lo compagino con sesiones de power plate, una máquina de fitness de alto impacto.
Son quince minutos aproximadamente de abdominales, flexiones, etc. sobre una plataforma vibratoria. Eso sí, ¡qué quince minutos! Equivalen a una hora de ejercicio físico continuado y os puedo asegurar que es bastante duro.
Eso sí, el esfuerzo merece la pena. El power plate permite quemar grasas localizadas, mejorar la circulación y luchar contra la celulitis, además de liberar estrés (en mi caso, se de otros que sufren el efecto contrario 🙂 ).
No conviene practicarlo más de tres veces por semana y está prohibido en casos de lesiones, enfermedades crónicas e intervenciones quirúrgicas recientes. Pero, si el sitio donde imparten es correcto, deberían informar de estas contraindicaciones.
Yo, precisamente por estos riesgos o quizá porque estoy comenzando, veo casi imposible practicar power plate sin monitor (salvo que se sea un profesional del fitness).
¡Ah, también muy importante! Durante la sesión, se pierde tanta agua que corremos el riesgo de deshidratarnos, sobre todo en verano, con tanto calor. Por eso, es recomendable beber agua antes, durante y, sobre todo, después de la clase.
Pues ¡hala! si sois unos locos como yo del ejercicio físico, ya no hay excusa para ponerse en forma durante el verano :-).
PDT: Prometo subir a Facebook alguna foto de una sesión…
