«Las influencers son algo que parecen importante. Yo no lo entiendo mucho, ellas no tienen estilo. Se van cambiando. Se ponen lo que les den para el show de ese momento«, afirmó la diseñadora Carolina Herrera hace unos días durante el Latin American Fashion Summit, celebrado en Cartagena de Indias (Colombia).
Unas declaraciones que han causado polémica en el mundo de la moda, y que no han tardado en ser respondidas por algunas de las influencers más importantes del panorama español. María Pombo o Dulceida han coincido en que se trata de una generalización que lleva a error y que no todas las influencers se ponen obligatoriamente lo que les ofrece una marca a cambio de dinero.
Hace unos días, la actriz Carola Baleztena acusó a una clínica estética de provocarle quemaduras faciales durante un tratamiento con láser. A lo que la clínica contraatacó anunciando medidas legales alegando que fue la propia protagonista la que exigió contrapartidas por promocionar su servicio en Instagram y, al negarse, comenzó esta campaña de desprestigio.

¿Están las marcas y los influencers condenados a entenderse? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación? ¿Son los/las influencers las nuevas celebrities?
Muchas marcas prefieren destinar recursos a conseguir que los influencers hablen de ellas antes que apostar por los medios de comunicación tradicionales a través de campañas de publicidad. La misma Dulceida, en relación a la polémica con Carolina Herrera, comentaba que muchos de sus compañeros precisamente acudirían a un evento de la marca en los próximos días.
Los medios de comunicacion pierden de este modo la batalla ante la reducción de ingresos publicitarios, por lo que no tienen otro remedio que apostar por los influencers como un nuevo nicho de consumidores a los que enamorar.
En este trayecto, se ha creado una burbuja alrededor de los influencers que está, actualmente, en proceso de ajuste. Hay estudios que afirman que hay más de 20 millones de personas influyentes en el mundo (es decir, con números superiores a los 10.000 seguidores, trabajen o no con marcas). En este escenario, las firmas invertirían en ellos una media de 22.000 millones de euros en 2022. Ahora bien, a día de hoy, comprar esos 10.000 seguidores falsos que te convierten en prescriptor cuesta unos 100 euros.
¿Qué pensáis? ¿Creéis que el modelo de negocio de los influencers tendrá más recorrido?